Saltar, volar y hacer piruetas sobre una tabla con ruedas se ha convertido en una alternativa deportiva de niños y jóvenes. Recorrido por los escenarios de un “hijo rebelde e inclasificable” del deporte en Cali: el skate.
De repente, unos muchachitos se bajaron de un taxi que se detuvo en la antigua Licorera del Valle. Todos ellos de ropa negra y ancha. Patineta en el hombro. Zapatillas grandes. Cabellos trasquilados. Gorras extravagantes. Y el parlache a flor de piel en sus vocabularios.
Empujaron unas rejas enormes y plateadas, de gruesos tubos de hierro. Máquinas viejas, y los esqueletos abandonados de lo que en otro tiempo fueron robustas bodegas para la producción de aguardiente, adornaban el panorama. Los muchachos adelantaron camino montando sus tablas y se internaron en una de tantas bodegas.
Arriba, en una gran rampa, había colgado un cartel que decía “Club Deportivo Razza Skate” y mencionaba las reglas básicas para ingresar: No se permite fumar. No se permite consumir ni patinar bajo la influencia de la droga. Y, en donde antiguamente se producía el alcohol del sur occidente colombiano, hoy se prohíbe su ingesta e ingreso.
En medio del ruido y la música reggae, “El Grillo”, joven risueño de gafas negras coordinador del lugar, anunciaba por un megáfono el inicio del torneo, competencia semanal en los que los skaters se baten en duelo para saber quién es el mejor haciendo trucos sobre una tabla de madera…
Los escenarios callejeros.
Andrés Mejía Bolaños, mejor conocido en el mundo del monopatín como “El Grillo”, dice que hoy esta práctica ha cogido tanta fuerza, y que son tantas las iniciativas de estos jóvenes por tener su propio espacio, que les otorgaron el segundo piso de una de las antiguas bodegas de la Licorera del Valle.
“Al mandar una propuesta de club deportivo, nos dijeron que sí había un espacio, pero que no había ninguna infraestructura. Entonces mandé una contra propuesta diciéndoles que nosotros ya teníamos las rampas hechas en madera y que habían sido construidas por nosotros”, dice el Grillo comentando el proceso que Razza Skate tuvo que afrontar para que el departamento del Valle les cediera ese espacio.
“Lo hecho, hecho está”
Actualmente, el Skatepark del Puente de los Mil Días, en el barrio Siete de Agosto, es otro de los escenarios para montar monopatín. Este, desde la mirada de los skaters, presenta serios problemas de diseño. Afirman algunos de los jóvenes que muchas veces el lugar es indebidamente utilizado como parqueadero de carros y camiones de carga.
“Nosotros lo usamos, pero está pésimamente construido. Las medidas no fueron tomadas a conciencia. Los ángulos son casi verticales y las rampas se convierten en paredes”, dice Camilo Senior, estudiante de Univalle, y propietario de la tienda One love Skateshop.
“Lo hecho, hecho está”, dice “El Grillo”. Por eso él se suma a las voces de algunos patinadores que desean hacer algo por este lugar, presentando la propuesta de re-construir este escenario deportivo. Pero la respuesta de la Secretaría del Deporte y la Recreación a esta petición ha sido nula.
Un par de tubos metálicos soldados entre sí, madera de cajones destruidos y el parqueadero solitario a cielo abierto de la Facultad de Arquitectura de Univalle, es lo que conforma otro de los grandes escenarios de skate en Cali. Skupe (Skaters de Univalle por Excelencia) es un grupo estudiantil que se ha encargado de adecuar con sus propios recursos este lugar para montar la patineta.
“Ubicamos las rampas en el Ágora de Banderas, pero empezamos a incomodar con el ruido a las oficinas cercanas, entre ellas, la del Sindicato. Uno de ellos, al ser testigo de nosotros, decidió ayudarnos para la planeación de un proyecto en el que el skate pueda ser un Deporte Formativo en Univalle”, cuenta Camilo Senior.
En busca de la consolidación.
El control del riesgo en esta práctica deportiva, desde la perspectiva de los aficionados, es el “siguiente paso” al que el conjunto de skaters en Cali deben llegar para tener una verdadera organización y por ende una visibilidad dentro de la planeación de la ciudad.
“Si no recibimos ayudas por parte del Estado, no nos quedaremos con las manos cruzadas. Al organizarnos podremos conseguir escenarios por nosotros mismos, y no por un ente gubernamental”, dice “El Grillo”, quien es también licenciado en Educación Física de la Escuela Nacional del Deporte.
La principal petición de los skaters en Cali es que además de que se les otorgue un espacio determinado, este sea de carácter público y construido con el acompañamiento de ellos, quienes son los que conocen las medidas correctas para llevar a cabo su deporte.
La voz de la oficialidad.
Por su parte, ni la Secretaría del Deporte y la Recreación, ni ningún ente público, puede avalar actividades deportivas que ocasionen problemas para el tesoro público de la ciudad. Para ellos, la situación de esta práctica en Cali, es muy “diversa y dispersa”.
“Ninguna compañía aseguradora los apoya porque no hay una organización, ni una liga, ni una federación de skate. Por lo tanto, el Gobierno debería hacerse responsable de la totalidad de los costos y demandas de estas actividades”, afirma Óscar Londoño Díaz, coordinador de los Escenarios Deportivos de dicha Secretaría.
De acuerdo con lo que manifiesta este funcionario, el skate no tiene reglamentación, ni categorías definidas. Tampoco tiene entrenadores capacitados, riesgos claramente establecidos, ni pólizas que los aseguren.
La propuesta de la oficialidad es que estos jóvenes no sigan trabajando independientemente, sino que, por el contrario, se organicen en clubes, ligas o federaciones, para que así se acojan a las normas y puedan presentarse ante la división técnica de Indervalle.
…El torneo de skate en la bodega ha terminado. El ganador es aplaudido y recibe de manos de “El Grillo” su premio: un par de ruedas de repuesto para su patineta.
Montones de stickers vuelan en el aire y todos golosos se apoderan de ellos para pegarlos en las patinetas y en sus camisetas sudadas. Un niño con un casco en forma de cresta de gallina abraza a su padre y feliz le implora que lo sigan acompañando a montar monopatín.